martes, 14 de mayo de 2019

LA DEPRESIÓN: UN ENEMIGO SILENCIOSO

La depresión es considerada como uno de los desórdenes psicológicos de mayor registro en los centros de salud, según la Organización Mundial de la Salud, es la principal causa de deterioro en la salud mental y afecta a 121 millones de personas en el mundo (World Health Organization 2007), consecuentemente, vale la pena ocuparse de los factores desencadenantes de la depresión, según Arrivillaga, Cortés, Goicochea y Lozano (2003) existen variables individuales que se relacionan con la depresión, en este contexto, hasta la década de 1970, los principales enfoques psicológicos explicativos de la depresión o bien procedían del psicoanálisis o estaban basados en las teorías del aprendizaje (Agudelo, Casadiegos, & Sanchez, 2008).

En la actualidad existen diversas definiciones sobre la depresión, sin embargo, la mayoría de autores concuerda en que la depresión es un trastorno complejo, etiológicamente multideterminado y clínicamente heterogéneo al cual se puede llegar a través de múltiples causas, cuyas manifestaciones psicopatológicas se relacionan con la personalidad y que depende de la interacción entre factores genéticos y ambientales a lo largo del desarrollo, siendo uno de los modelos con bastante acogida el cognitivo, en el cual sé señala que una de las principales causas sería, un acontecimiento crítico, el cual activaría de nuevo los esquemas disfuncionales, y, como consecuencia de ello, los sesgos de procesamiento (Beevers, 2005).

Por tanto, la depresión,  no se refiere a un trastorno de la personalidad, sino a un estado subjetivo de malestar físico y emocional, entendido como el resultado de las presiones socio estructurales sobre el individuo (Mirowsky y Ross 1989), el modelo atributivo de la depresión se ha convertido en uno de los modelos más utilizados para explicar la sintomatología depresiva, argumentando que las personas que realizan atribuciones internas, estables y globales sobre acontecimientos negativos de su vida cotidiana tienen una mayor probabilidad de sufrir una depresión.

En este contexto, la depresión se considera como una respuesta más dentro de un repertorio de posibles respuestas (Polaino-Lorente & Vázquez, 1982), en definitiva, en los últimos años ha habido un refinamiento de los modelos explicativos del origen de la depresión gracias a resultados de investigaciones clínicas, epidemiológicas y experimentales.


Bajo la premisa señalada podemos señalar que la depresión como trastorno es multifactorial, entonces un buen programa de intervención debe contemplar todas las aristas y por supuesto, partir de una evaluación diagnóstica integral (Vzquez & Torres Iglesias, 2005). En este sentido la colaboración del médico y el psicólogo resulta fundamental y necesaria, si el psicólogo a partir del proceso de evaluación considera necesaria la prescripción médica y mantener contacto con el médico dependiendo de la evolución del caso.


Por otra parte es necesario hacer enfasis respecto a los medicamentos antidepresivos, los cuales deben ser recetados y suministrados exclusivamente por personal médico (García, 2012), siendo importante que el médico y el psicólogo le expliquen al paciente que el efecto de los medicamentos no es inmediato, sino que tarda en promedio de dos a seis semanas y después de transcurrido este tiempo la toma de medicamento debe continuar hasta que el equipo de profesionales lo determine. Esta clarificación por parte de ambos profesionales contribuye de manera muy favorable a la adherencia terapéutica y por tanto aumenta las probabilidades del proceso de recuperación.  (Montes, 2006)
 


En conclusión podemos determinar que la depresión es un trastorno que se presenta en niños, adolescentes y adultos, hombres y mujeres, y se considera que será en un futuro el estado de ánimo de los seres humanos. Es por ello que es importante tener claridad de que en los síntomas característicos, tales como tristeza o ánimo deprimido la mayor parte del día, disminución importante del interés en la mayoría de las actividades diarias, aumento o disminución importante del apetito, insomnio o sueño excesivo, cansancio inexplicable o pérdida de energía, (Álvaro-Estramiana, Garrido-Luque, & Schweiger-Gallo, 2010) por lo que es muy importante la difusión de esta información en el ámbito escolar pues es ahí donde se puede hacer labor preventiva y realizar la canalización correspondiente a profesionales.

Referencias bibliográficas

World Health Organization. The Global Burden of Disease: 2004 Update (WHO, 2008).

Vergote, A., 1976, “Névrose depressive”, en Topique, n.º 17, pp. 97-126.
Behavioral Psychology / Psicología Conductual, Vol. 18, Nº 1, 2010, pp. 139-165
International Journal of Psychological Research 2008. ISSN 2011 – 7922 Vol. 1, No. 1, pp. 34 – 39
Ciencia y Sociedad Volumen XXXVII, Número 2 Abril - Junio 2012


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